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La ética de la responsabilidad social

Alberto MAtínez Cuartero

“No hay empresas éticas, hay personas éticas”  Sócrates

El concepto de responsabilidad social empresarial (RSE) se ha desarrollado desde su origen mayormente vinculado a las empresas, en una temática que estudia la relación entre la sociedad y el mundo empresarial de los negocios, como una manera de lograr que las organizaciones se planteen nuevas responsabilidades, más allá de las económicas.

La ética empresarial ayudará a la empresa a relacionarse de mejor manera con la sociedad y a entender los intereses de los grupos de interés a los que se encuentra vinculada. A su vez, puede aumentar la conciencia de gestionar de manera adecuada los impactos que generan sus decisiones y actividades, respecto a los intereses y necesidades de las diferentes partes interesadas en el ámbito económico, social, y ambiental.

La ética empresarial  y la responsabilidad social

El mercado ha cambiado. Los clientes han cambiado. La crisis económica de los últimos años ha obligado y obligará a las empresas a revisar y tomar conciencia de la importancia de mantener comportamientos éticos para fortalecer la gestión de su propia identidad desde valores éticos y, a partir de ahí, gestionar su imagen y reputación corporativa de manera transparente. En este contexto actual, la comunicación y la relación con los stakeholder (grupos de interés)  se convertirán en los ejes principales de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) que perseguirá un triple beneficio: empresa-sociedad-Estado.

Pero en la mayoría de los casos, en lugar de conseguir un triple beneficio las empresas y algunas administraciones publicas persiguen un único beneficio, el suyo. El término Greenwash es una evolución del concepto tradicional del Whitewash (blanqueo de imagen) y la antítesis de la responsabilidad social y la ética empresarial.

Como dijo Sócrates, No hay empresas éticas, hay personas éticas”, y gracias a la era digital hay consumidores cada vez mejor informados que reclaman a las empresas que cumplan esos criterios. Personalmente considero que las empresas deberán cumplirlos si no quieren ver reducida su cuota de mercado o incluso ser expulsadas del mismo. Éste proceso lo podríamos asimilar al “principio de supervivencia del más apto” enunciado por Charles Darwin. Y para evitarlo, en CuarteroAgurcia trabajamos con decenas de empresas en el diseño, implementación y ejecución  de estrategias de RSE.

Alinear su estrategia a los 17 objetivos de desarrollo sostenible, cumplir los principios de comercio justo, eliminación de residuos, cambiar el modelo energético, adecuada utilización del suelo y de los recursos hídricos son algunas ideas para avanzar hacia el cumplimiento de la Agenda 2030.

La ética de las administraciones públicas y su responsabilidad social.

La desconfianza de la sociedad en los representantes políticos es cada vez mayor. La ciudadanía es cada vez más sensible a la actuación de los representantes públicos, sus principios éticos y valores sociales de su entorno.

Cuando las decisiones se toman en representación de una colectividad, la ética y la moral individual son insuficientes. De ahí que el verdadero valor de la ética en el ámbito público se tenga que centrar básicamente en lo que “debe ser” y el “cómo” lograr la integración de los valores de la sociedad en la administración pública.

Para que las administraciones públicas sean éticas y avancen no pueden permanecer ajenos a lo que la sociedad espera y reclama para que sus funciones sean ejercidas con voluntad de servicio público.

Nuestras administraciones deben dar un paso hacia delante, que, en mi humilde opinión, debería abarcar éstas seis ideas que bien pueden comenzar a desarrollar ya:

  1. Publicar sus cuentas en tiempo real. Con una buena administración de los recursos y voluntad política. En la era digital la transparencia financiera es posible.
  2. Crear un censo de viviendas públicas en alquiler. Los DDHH tienen una fundamentación ética y constituyen la protección jurídica e institucional de condiciones para poder vivir una vida digna. Por este motivo, las AAPP  deberían escuchar a la sociedad e impulsar un censo de viviendas vacías que respondan al censo de familias sin capacidad de acceso al mercado de la vivienda para crear un parque comunitario de vivienda pública en alquiler.
  3. Utilizar blockchain y smart contract para fomentar la ética y transparencia de los contratos públicos. Impulsaplanes locales de acción sobre compra pública ética. Uno de sus principales objetivos sería el de asumir un papel relevante, dando ejemplo de prácticas éticas y responsables. El liderazgo de nuestra administración pública en esta materia pasa necesariamente por la incorporación de los criterios éticos en la cadena de valor de las contrataciones. Futuros planes locales serían el germen de un Plan Nacional de Compra Pública, que fomentaría la creación de nuevas entidades de Economía Sostenible y Economía Alternativa para las obras públicas, lo contrario de las grandes empresas de hoy, que se adjudican contratos públicos y los subdividen en multitud de subcontratas.
  4. Crear Observatorio Económico de Contratación Pública y Responsabilidad social empresarial. Entre sus principales funciones estaría la de llevar a cabo una evaluación constante del impacto ambiental  y social de las empresas destinatarias de fondos públicos, garantizando que cumplan con los estándares establecidos y revisando de manera exhaustiva el cumplimiento de los pliegos de condiciones.
  5. Mejorar el  ITA (Índice de Transparencia de los Ayuntamientos) mediante el desarrollo de unos indicadores que reflejen la ética en la gestión pública y que permitan rendir cuentas a la sociedad, de una forma mucho más directa y responsable sobre cuál está siendo su actuación, no sólo en cuanto al cumplimiento de los tradicionales principios de legalidad, economía, eficacia y eficiencia, sino también en términos de sostenibilidad económica.

En resumen, creo en la sostenibilidad, autorregulación e impulso voluntario de políticas de responsabilidad social en empresas y AAPP; pero, en mi opinión, el desarrollo de decretos-ley y medidas europeas nos podrían  encaminar, en un corto espacio de tiempo, hacia una verdadera responsabilidad social que se aleje de políticas de greenwashing e iniciativas caritativas que no tienen impacto en la sociedad.